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Ezequías estableció los turnos de los sacerdotes y los levitas para que cada uno sirviera de acuerdo a su trabajo y así ofrecieran los sacrificios que deben quemarse completamente, las ofrendas para festejar, dieran gracias y cantaran las alabanzas y sirvieran en las puertas del templo del SEÑOR. El rey dedicó parte de sus bienes para los sacrificios que deben quemarse completamente cada día, a mañana y tarde, y para los de los días de descanso, los de Luna Nueva y los de las fiestas solemnes, tal como está escrito en la ley del SEÑOR.

También dio la orden al pueblo de Jerusalén de entregar a los sacerdotes y a los levitas la parte que les correspondía para que así pudieran dedicarse a la ley del SEÑOR.

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